Intervenimos en el hemiciclo de la Cámara a favor de un Salario Mínimo que supere la línea de la pobreza

Me permití comenzar con estos números para que nadie pretenda señalar que no hablamos desde la realidad sino -como tanto les gusta decir a algunos- desde una “obstinación ideológica”. Acá están estos números diciéndonos que el nuestro es un país injusto, en donde el sueldo mínimo no garantiza el mínimo para vivir con plena dignidad.

Hago este ejercicio que pone sobre las mesa 420mil pesos y ni siquiera he sumado el derecho a ir algún fin de semana a una actividad cultural, ni un teléfono, ni he considerado que en esta familia de 4 personas no es sólo 1 la que debe usar el transporte público. Además, estoy suponiendo que esta familia, milagrosamente, no se enferma jamás por lo que no debe comprar nunca bonos ni medicamentos.

Si no son los testimonios de cientos de miles de chilenos y chilenas los que nos interpelan, espero que lo hagan estos números.

Es que no puede ser que el valor del trabajo y el urgente acceso a una vida digna no sea un tema prioritario. Hace un par de semanas tuvimos una muestra de esta indolencia, que a muchas chilenas llegó como un baldazo de agua fría, cuando el oficialismo, con algunas nobles excepciones, votó en bloque en contra de la reforma constitucional que establecía mismas remuneraciones para hombres y mujeres por trabajos del mismo valor. Es esa misma indolencia es la que nos topamos ahora cuando ante la exigencia de valorar dignamente el trabajo nos responden sólo con los números de las grandes empresas, pero no con los números de las familias chilenas que intentan llegar a fin de mes.

He señalado números, pero la discusión sobre el salario no se agota en la definición de un monto establecido ¿Por qué? porque el problema es estructural. La propuesta del gobierno, no es suficiente para superar la línea de la pobreza. He ahí el gran problema. Es más, con las proyecciones del gobierno, recién en el año 2.050 el salario mínimo permitiría a las y los trabajadores superar la pobreza por el solo hecho de trabajar. Por eso, como Frente Amplio, hemos hecho una propuesta que considera un aumento paulatino de 6 años del salario mínimo que tiene como objetivo, justamente, que el salario mínimo asegure la superación de la pobreza.

Lo que el gobierno nos pide hoy es legislar con una miopía que es imperdonable a ojos de la ciudadanía. Nos pide que confiemos en un modelo económico que los únicos resultados que ha provocado son segregación, injusticia, pensiones miserables y cierres de empresas y fábricas. En otras palabras, presidenta, la pregunta que tiene que responder hoy esta cámara es: ¿Son 24 mil pesos suficientes para vivir tiempos mejores?

Lo que hoy se ofrece a los trabajadores, en términos reales, es en promedio menor a lo que hizo el primer gobierno del presidente Piñera y menor a lo que ofreció el gobierno anterior, entonces ¿Tiempos mejores con respecto a qué? ¿De qué estamos hablando?

Chile tendrá tiempos mejores solo cuando sea un país libre de injusticias. Un salario mínimo con el objetivo de superar la línea de la pobreza es urgente. El fortalecimiento de la alicaída negociación colectiva y la instauración de una negociación por rama o sector económico, son otras de las iniciativas que deberían entrar en este debate. Sobre todo luego del nefasto dictamen de la Dirección del Trabajo, que reconoció a los grupos negociadores como contrapartes de las empresas en negociaciones colectivas, cuando estos han sido utilizados históricamente como un instrumento que les quita piso y poder a los sindicatos. Por todo esto no podemos solo quedarnos en asegurar un mínimo, sino que tenemos que entregarle a las y los trabajadores las herramientas necesarias para que sean ellas y ellos mismos los que puedan negociar, año a año, sus propios sueldos y sus propias condiciones de trabajo.

Colegas, si a pesar de los números, las caracterizaciones, los ejemplos y la perspectiva de los derechos, alguno de ustedes sigue negando con la cabeza diciendo “pura ideología, pura ideología”. Entonces no me queda más que concederle el punto. Lo que existe entre nosotros no es una diferencia técnica, es una diferencia política, efectivamente, una diferencia ideológica. La razón de ello es muy sencilla, lo que para el oficialismo y su ideología es un problema de incentivos y costos, para nosotros es un problema de derechos y de dignidad. Lo que para su mirada ideológica es un problema de flexibilización, para nuestra mirada ideológica es un problema de precarización. Y ahí, Presidenta, no hay una diferencia sólo respecto de un monto, sino que una diferencia respecto del trabajo, de su valor y de lo que entendemos por dignidad.

Por ello votaremos en contra, por ello y porque esa familia de 4 personas que necesita al menos 420mil pesos y el gobierno le ofrece 300mil, no es sólo una teorización, es una familia que existe en Renca o Puerto Montt, en Conchalí o en Antofagasta. Y muy probablemente algún miembro de esas familia votó por alguno de los diputados y diputadas que aquí estamos presentes y este no es el momento de darles la espalda.

Colegas, en Chile no falta plata, falta justicia social.

 

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